Por Sofía Sanzana Jara
Los estereotipos y sesgos de género están fuertemente presentes en nuestro día a día ¿cuántas veces hemos escuchado “vístete como niña” o que “los hombres no lloran”?.
Los estereotipos de género son prejuicios y hacen que se trate de manera desigual o inclusive injusta a otras personas; si queremos un termino en concreto sería “sexismo”.
Los roles de género transmitidos por la sociedad no toman en cuenta la variedad de características personales, nos encasillan en lo femenino y lo masculino, dejando a un lado el significado que cada uno le damos el ser masculino o femenino.
Desde el momento en el que nacemos nuestro sexo hace que las personas nos traten distinto; una vez que se asigna el género del recién nacido todas las experiencias son distintas desde el color y diseño del vestuario hasta el trato de las personas hacia el bebé.
A partir de los tres años se empieza a diferenciar de manera más clara un perfil en los juegos de niñas y niños: los típicos juegos de niños necesitan de más fuerza física y habilidades en la motricidad gruesa, requieren mayor gasto energético, mientras los juegos catalogados como de niñas están mayoritariamente basados en la representación y reconocimiento de emociones y sentimientos. Los juguetes que se les dan a los niños son camiones, pistolas y pelotas, mientras que a las niñas se les dan muñecas y ollas.
Incluso los personajes de las historias que nos cuentan o que vemos están marcados por estos perfiles, reforzando los estereotipos presentes en la sociedad de hoy en día. Películas infantiles las cuales nos muestran a la típica princesa que necesita ser rescatada por un príncipe. Yo me pregunto ¿necesitamos ser salvadas por príncipes como se muestra en distintas caricaturas y películas infantiles? Yo creo que nosotras no necesitamos esperar a que llegue alguien a salvarnos.
“No somos ni nos sentimos de la misma manera que la persona que está a nuestro lado y eso nos hace que nuestras personalidades sean tan variadas y únicas”.
Las definiciones de lo femenino y masculino polarizadas: lo masculino es lo opuesto a lo femenino, así como lo femenino es lo opuesto a lo masculino, y de esta manera nos desarrollamos de manera incompleta. Crecemos como seres dependientes; nos enseñan que las cualidades que no tenemos las encontraremos en el género contrario y que que para sentirnos “completos” necesitamos a otra persona.
En la actualidad muchas mujeres tienen la oportunidad de desarrollo personal y son activas en los espacios públicos, mostrando la necesidad de un plano de igualdad con los varones. De esta manera logran una mayor autonomía en ámbitos variados, asumiendo incluso su sexualidad de una manera más abierta. Asimismo, los hombres van ganando terreno en los ámbitos de paternidad y crianza, de esta forma hay mayor unión con sus sentimientos y compartiendo la responsabilidad económica familiar.
En conclusión, los estereotipos están fuertemente presentes en la actualidad, mostrándonos desde una corta edad que nos tenemos que comportar de cierta manera dependiendo de nuestro sexo, o que la sociedad se comportará de manera distinta dependiendo de éste.
Desde mi punto de vista nuestro género no tiene por qué definir nuestra personalidad y comportamiento, eso depende de nosotros, de cómo cada uno se sienta más cómodo, no podemos dejar que la sociedad nos siga dictando cómo tenemos que sentirnos dejando de lado muchas características que nos diferencian. No somos ni nos sentimos de la misma manera que la persona que está a nuestro lado y eso nos hace que nuestras personalidades sean tan variadas y únicas. Las niñas no somos de cristal, ni los niños de piedra.
(Sofía Sanzana Jara, 15 años, alumna de segundo medio del Liceo San Felipe Benicio, Coyhaique).