Cuando me invitaron a escribir una columna que inspirara, pensé en algo que me mueve todos los días de mi vida, en cómo influir en todas esas hermosas mujeres que me rodean, colocando un granito de arena que haga la diferencia para ellas, que están allá afuera con ansias de ejercer liderazgo en su día a día, a veces sin siquiera darse cuenta.
Para partir, quiero compartirles que me fui a revisar algunas definiciones de Liderazgo. En primer lugar, encontré la definición de liderazgo de la Real Academia de la Lengua Española en donde se señala que es una “situación de superioridad en que se halla alguien, dentro de su ámbito”; en este sentido, según Stogdill, “los líderes nacen y no se hacen; cuentan con características innatas que les permiten enfrentar temas de urgencia, y la pronta y adecuada gestión de procesos e imprevistos”. Además, Goleman propone una definición de liderazgo como “el arte de la persuasión hacia los demás, para motivarlos hacia el logro de un objetivo común”; mientras que, por último, Peter Senge define liderazgo como “la manera en que los seres humanos crean nuevas realidades”
Luego de esta búsqueda conceptual y con distintas miradas acerca del liderazgo, me encontré con un artículo de Harvard Business Review del año 2007, que, en su análisis de 3 mil entrevistas a líderes, no logran identificar ninguna característica, rasgo, destreza o estilo universal que explicara el liderazgo exitoso, más bien, el liderazgo emergió de sus historias de vida.
Y aquí viene mi reflexión… cómo le explico a mi hija de 9 años, y a todas esas mujeres que me rodean que el liderazgo no es tal, sino que se hace y se ejerce en cada cosa que hago o dejo de hacer, en cada palabra o conversación que digo o dejo de decir, y en cada emoción que gestiono o no. Así, a través del autoconocimiento y el empoderamiento femenino, podemos ser quienes queremos y hacer lo que nos proponemos.
Una muestra de lo anterior, es el premio de 100 mujeres líderes que se realiza anualmente en nuestro país, concurso que busca visibilizar el talento y liderazgo femenino. En él podemos ver cómo ámbitos tan diversos como el emprendimiento, la ciencia, el servicio hacia los demás, el servicio público y las grandes empresas, son escenarios para ejercer el liderazgo femenino, un liderazgo distinto al masculino, donde cada una de nosotras se despliega con sus múltiples características y roles, de manera permanente y simultánea.
Esta columna no se trata de revisar cifras de cuántas mujeres en Chile están hoy en lugares de poder (cabe mencionar que las cifras arrojan brechas importantes), se trata más bien de visibilizar que, si cada una de nosotras, sin importar dónde estemos, ni los recursos económicos con los que contemos, buscamos en nuestras propias historias, en nuestras propias experiencias de vida, elementos y recursos personales para ejercer el liderazgo formal o informal, teniendo conciencia de nuestras propias capacidades, autogestionando nuestras fortalezas y debilidades, estaremos siendo líderes en cada minuto y en cada lugar donde estemos.
Para ello es importante alinear nuestras acciones con nuestros propósitos, valores y objetivos personales, gestionar nuestras emociones y estados de ánimo, empatizando con quienes nos rodean y generando redes. Pero, lo más importante es que: si somos suficiente para nosotras mismas, estaremos siendo líderes, en cada minuto y en cada lugar donde estemos.
Ahí está la clave, ser quien quiero ser, lograr lo que quiero lograr, porque a mí me sirve, y porque a mí me hace feliz.
Carolina Pereira Caceres
