En una de nuestras columnas anteriores, hablamos de los estereotipos de género y cómo estos influyen en nuestro desarrollo. Para recordarles un poco, los estereotipos son opiniones o prejuicios acerca de atributos o características que algo o alguien debiese poseer o de una función que debe desempeñar, por ende, los estereotipos de género definen cómo debiesen ser los hombres y las mujeres.
Recuerdo que durante mi infancia, cuando veía revistas, películas, programas de televisión e incluso en avisos comerciales, siempre mostraban a las mujeres de dos formas. Por un lado, estaba la mujer “modelo”; alta, casi siempre de piel blanca, delgada, maquillada… siempre espectacular. Por otro lado, estaba la mujer “mamá”; a cargo de la familia y de hacer las cosas del hogar. Menos arreglada que la mujer modelo y casi siempre en reclames de productos de limpieza o electrodomésticos. Entonces me hacía la pregunta ¿tengo que elegir entre ser como una mujer o la otra?...Y sentía que no debía ser así, porque en mi día a día en el colegio veía una diversidad enorme de mujeres; de distintas edades, orígenes y niveles sociales. Altas, bajas, delgadas y otras no tanto, morenas, rubias, colorinas, de piel clara u oscura; un sinfín de características que hacia de cada una de ellas una mujer distinta y única.
En el colegio éramos todas mujeres, y nos enseñaban a respetarnos por igual independiente de nuestras diferencias. Se podría decir que el colegio era (y es) uno de los primeros espacios donde aprendemos que lo diverso existe y somos capaces de relacionarnos con compañeras y amigas procedentes de distintos lugares; aprendemos lo que es la diversidad social.
Pero ¿qué es diversidad? En palabras simples podemos decir que la diversidad es la existencia de cosas variadas y distintas entre sí dentro de un determinado ámbito o espacio; algunos sinónimos pueden ser diverso, múltiple o diferente. Como puedes estar pensando, el concepto de diversidad se aplica a muchos ámbitos, no sólo a las personas. También implica diversidad de animales, grupos, cosas, elecciones, diferencias sexuales, y por supuesto, de opiniones y culturas. Esta última, es conocida como diversidad cultural y no es otra cosa más que distintas culturas relacionándose en un espacio geográfico determinado. La diversidad cultural es la que nos permite incluir y aceptar todas las costumbres y valores que tenemos como seres humanos y la que nos enseña a respetar y utilizar el diálogo como una forma de poder construir un mundo más equitativo e inclusivo.
¡Imagina todo lo que podrías aprender conversando con niñas y adolescentes de otras culturas! Desde cómo se visten, lo que hacen en su día a día, sus celebraciones, costumbres, lo que comen, la música que escuchan y tanto más.
Siempre van a existir las diferencias, pero es justamente eso lo que enriquece nuestro día a día. Somos muchas mujeres, todas distintas, todas diversas; pero todas hermosas y con mucho que contar. La próxima vez que te encuentres en un grupo de compañeras o amigas, te invitamos a pensar en lo que cada una puede aportar desde sus diferencias, y pronto te estarás dando cuenta que aceptar esta diversidad es la que nos hace cada día personas más ricas y completas. ¡Somos diversas…y por eso únicas!.
Ángela Vera Quezada
Equipo IG Chile
En ciertas ocasiones, la influencia y la presión social hacen que grupos que sostienen valores culturales que no condicen con los de la mayoría sean vulnerados. En estos casos, se debe trabajar para garantizar los derechos de todos los ciudadanos y fomentar la aceptación y el respeto de todos los valores culturales. La diversidad cultural engloba a la diversidad política, ideológica, religiosa, entre otras.