El área de bienestar y autocuidado es bastante amplia, más aún con las redes sociales; influencers mostrando su “día a día”, levantándose muy temprano, haciendo ejercicio como primera cosa en la mañana, comiendo todo el día sanamente o liviano y más. Muchas personas, donde me incluyo, nos hemos visto influenciadas por estos “días perfectos” y nos sentimos culpables por no alcanzar ese modelo de vida, siendo que quizás no nos acomode esa rutina.
Me gustaría empezar con la afirmación de que cada persona es diferente, y sé que esto lo hemos escuchado muchas veces, pero es muy importante interiorizar: lo que a una persona puede servirle, puede que a otra no. Por experiencia sé que es difícil encontrar qué es lo que nos sirve, porque tenemos estandarizado un modelo a seguir, ya sea en alimentación, horarios de sueño, métodos de estudio o de trabajo y muchas más áreas.
Creo que este estándar ha hecho que nuestro autocuidado disminuya considerablemente, debido a que una reacción natural al no lograr algo es deprimirse, y pasa muchísimas veces cuando no alcanzamos a hacer algo de nuestra rutina, o inclusive, nos exigimos aún más, sobrepasando nuestros límites con tal de lograr un objetivo impuesto por alguien “perfecto”, o que nos sugirieron.
Otro punto que me gustaría recalcar, es lo difícil o complicado que es encontrar qué nos hace sentir bien o mal, y realmente aceptarlo; por ejemplo, una persona que funciona muy bien en la mañana y, por lo tanto, se levanta temprano y realiza la mayoría de sus tareas en las primeras horas del día, tiene una aceptación mayor que una persona que funciona mejor en la tarde, que en la mañana prefiere dormir un poco más e ir más lento, y empieza a trabajar ya en la segunda mitad del día. A esta segunda persona, probablemente se le trate de “floja” por no levantarse temprano, siendo que no lo es y que incluso puede ser una persona más productiva.
Todo lo que vemos, sentimos y creemos repercute en nuestro bienestar y en cómo nos tratamos a nosotros mismos, por lo tanto, creo que deberíamos tratar de compararnos menos con las personas que nos rodean, y siempre esforzarnos y trabajar en nuestro bienestar y en conocer qué nos sirve más a nosotras, es decir, que es lo que más me acomoda a mí y cómo es que me facilita hacerlo, y no necesariamente siguiendo un estándar o lo que me digan otras personas respecto a cómo debe cuidar mi cuerpo y mi mente.