Responsabilidad afectiva para nuestro bienestar
Trinidad Navarro
Antes de comenzar hay que precisar bien qué es la responsabilidad afectiva y por qué es tan importante hablar sobre este tema.
Haciendo una búsqueda en Google, la responsabilidad afectiva está relacionada con el darnos cuenta de que nuestras acciones tienen consecuencias en otras personas y, por lo tanto, debemos prestar atención a cómo nos relacionamos, aplicando el respeto, la comunicación, la empatía y el cuidado mutuo.
En pocas palabras, ser una persona responsablemente efectiva tiene que ver con el estar despiertos y, a la vez, estar sumamente conscientes que todo lo que decimos o hacemos, así sea con la mejor de las intenciones, puede afectar a otros.
Sinceridad, ¿aunque duela?
Esta es una frase que escuché por mucho tiempo y hasta se puso de moda. Las personas que se autodenominaban ser “súper sinceros”, se agarraban de esa bandera para insultar, ofender y menospreciar al otro, sin importarles que sus palabras y formas de expresarse pudiesen herir profundamente.
La idea de la responsabilidad afectiva, entonces, es poder cuidar al otro, todo lo que sea posible, no con el objetivo de evitar siempre el sufrimiento, sino de evitar un sufrimiento innecesario. Y no se refiere a que vamos a mentir, se trata que la sinceridad expresada de forma respetuosa también es válida.
Y aquí entra en juego conceptos como comunicación asertiva, escucha efectiva, manejo de las emociones y autoconocimiento, factores indispensables para mantener relaciones sanas con nuestras familias, parejas, amigos y compañeros de trabajo.
Maravillosamente, estamos viviendo tiempos en los que se dejó de normalizar conductas inapropiadas, y se están debatiendo temas trascendentales para el desarrollo de una sociedad más empática, amorosa y responsable.
