Cada vez que nos ocurre algo negativo, sentimos que el universo conspira contra nosotras y que indudablemente somos las víctimas de algún melodrama que no merecemos.
Si bien, no estamos en posición de negar que ocurren procesos complejos y dolorosos durante cualquier momento de la vida, lo que quiero describir es la magia que ocurre al momento de compartir esa tragedia o suceso complejo entre nosotras. Sí, es mágico, el solo hecho de narrar a viva voz lo ocurrido, ya que nos entrega una suerte de bálsamo y una luz de esperanza en donde claramente no todo está perdido. Ser capaz de contar nuestros puntos más bajos requiere de valentía, ya que nos vemos expuestas y vulnerables. Pero lo sorprendente es que conforme vamos contando la historia nos vamos dando cuenta que otras chicas también han vivido procesos similares y a menudo historias más extremas que las nuestras y descubrimos el valor, ímpetu y ganas de sobreponerse a dicha situación y más aún, un apoyo que busca con su historia ayudar y apoyar a otros.
Qué importante resulta sentirnos escuchadas y amparadas en un mundo donde la sensibilidad denota debilidad. Es liberador poder contar con una red de oyentes fuera del círculo cercano habitual, que comparta sus propias vivencias y que nos ayude a entender que son parte de la vida los momentos tristes y complejos, pero que tienen un tremendo potencial transformador cuando son enfrentados en conjunto con oídos amorosos, que no pierden de vista el aprendizaje y formación del carácter.
Cuando compartimos nuestras historias, vamos impactando vidas y vamos acompañando el camino de otras personas. En silencio y soledad, es difícil poder visualizar el aprendizaje que nos deja una situación compleja. Pero cuando nos conectamos, comenzamos a generar una red de apoyo que genera una espiral de crecimiento y acompañamiento, donde nuestro propio desarrollo cobra sentido y nos sentimos parte de algo. Un algo que nos quiere, que nos acepta y que nos ayuda a lograr lo que queremos. Simplemente, ya no estamos solas.
Cuando me piden compartir mi experiencia de vida, no lo hago desde la clásica historia de orígenes humildes que tenía todo en contra. Lo hago con el convencimiento de poder mostrar lo que me tocó vivir y cómo quise sacar partido a mi conveniencia siempre buscando empoderar y ayudar a las demás. Y por supuesto, buscando nuevos puntos de vista que me ayuden a ver esas vivencias desde otra perspectiva.
Conversemos, comuniquémonos ya que está demostrado que juntas somos más y muchísimo más fuertes. Cuenta tu historia, cuenta lo que te ocurrió, siéntate a escuchar otras historias y verás cómo se construyen lazos que te ayudarán a construir tu vida. Cuando hablamos e inspiramos, apoyamos a otra persona a vivir su vida y cuando escuchamos, apoyamos la sanación de una persona. Sin duda que, comunicándonos de forma cercana y empática, sin juzgar, nos influenciamos unas a otras y nos ayudamos a encontrar el camino que buscamos hacia nuestra propia felicidad.
